Thursday, March 22, 2007

En tránsito

Cambié las montañas de Baja California por las montañas Canarias. Esta es la crónica de los últimos días.

Lunes: Mi último día en la montaña. Al día siguiente tengo que coger el avión en San Diego. Después de diez días de curro seguidos, incluyendo dos fines de semana, espero poder dormir algo en mi última noche. Sin embargo la cosa se lía y termino a las 7 de la mañana. El transporte sale a las 9 y decido que para dormir una hora mejor seguir despierta. Me ducho, hago la maleta y desayuno (huevos con jamón y frijoles).

Intento dormir algo en el coche (son cinco horas hasta la ciudad). La primera parte del trayecto es por una pista de tierra y los saltos me impiden conciliar el sueño. Cuando llegamos a la carretera al chofer le da por escuchar música norteña. Tras poner en práctica algunas técnicas de meditación trascendental, aprendidas en el retiro de la montaña, consigo abstraerme del chin-pon-pon - chin-pon-pon y logro dormitar un poco. A los pocos minutos me despierta un control militar. Teniendo en cuenta que los soldados están siempre en el mismo punto de la misma carretera y que los narcos no son tontos del todo, concluyo que la única finalidad del susodicho control es despertarme. No consigo volver a dormirme. A eso de las 2 llego a mi casa donde deshago una maleta y hago otra. Mi vecina me lleva a la central camionera para coger el bus hasta Tijuana.

En el bus se proyecta 'Piratas del Caribe'. Me pone muy nerviosa ver a Johny Deep en el papel de pirata histriónico y sigo con los ojos como platos. Llego a la frontera a eso de las 6 de la tarde. Afortunadamente no hay mucha cola en la línea y la cruzo en menos de media hora. Llego al Downtown, busco mi hotel y decido dar un paseo para terminar de agotarme y dormir feliz. Me como un filete con papas (primera comida con tenedor y cuchillo en dos semanas). Me intento dormir pero pasan trenes. Veo las noticias en la tele y me dan miedo . Me dan ganas de mear y en lo que me visto y salgo al pasillo me termino de desvelar (castigo de dios por cutre y no ir a un hotel medio decente). Cuando finalmente me duermo suena el despertador. Es la hora de ir al aeropuerto.

Martes: Llego al aeropuerto y cojo el avión a Chicago sin novedad. Me contorsiono en el asiento y duermo algo. Me despierta un dolor el cuello. Ya en el aeropuerto de Chicago veo un tumulto. Se oyen gritos y niños llorando. La sensación es de caos general. Es la puerta de embarque del vuelo de Iberia para Madrid. Me emociono.

Me siento al lado de una señora aparentemente inofensiva que venía de visitar a una hija. En el momento del despegue a la señora le da un ataque de patriotismo agudo (o algo) y con lágrimas en los ojos me dice que no veía el momento de regresar a España y que le dan ganas de cantar el 'cara al sol'. Con los pelos del alma de gallina le digo que no veo razón para que relacione esa canción con España y me doy cuenta de que cometo un (gravísimo) error cuando me dice que también le apetece cantar el himno. Le es indifirente que la susodicha canción no tenga letra y se pone a cantar algo de unos brazos que se alzan y de una gloria que tiene que resurgir. Estudio el caso y concluyo que la hipótesis más probable es que la tal señora no sea un ente real sino un personaje contratado por Iberia para promocionar el folclorismo español. Igual que en Disneylandia te recibe el Pato Donald y en el el Parque de la Warner, Piolín, mi compañera de asiento debe representar un parque temático llamado 'Ejpaña Park' o 'Profundilandia', pienso. Estoy muy cansada física y anímicamente. Me hago la dormida. Por alguna razón la señora quiere entablar conversación conmigo. Me pregunta si tengo segunda residencia (le contesto que no tengo primera residencia). Me pregunta si tengo barco. Me dice que las azafatas de Iberia son viejas y feas. Me abstengo de decirle que ella no es Elena de Troya precisamente. Pide vino con la comida y el momento de recibir la botella dice: 'ole, viva España'. Se bebe el vino de un tirón y se achispa. Llama gilipollas al pasajero de atrás porque le da patadas (en realidad es un pobre hombre de unos dos metros de altura que no cabe en su asiento y cuyas rodillas chocan con el respaldo de su sillón). Llega otro ente parecido al primero y ambas me aprisionan mientras se ponen a rajar de sus nueras y el yernos respectivos. Después de decir cosas que sonrojarían a un camionero sobre estos y otros parientes, se despiden diciendo que para ellas lo más importante es la familia porque tienen unas creencias. Tras superar el shock inicial consigo dormir algo y tengo una pesadilla donde dos seres mutantes con peineta y embutidos en pieles, descienden de un platillo volante con forma de sombrero cordobés y me abducen. Despierto en el momento de ser rescatada por Juanito Valderrama. Finalmente llegamos a nuestro destino. Abro el compartimento del equipaje de mano y me cae un abrigo de piel. Tras unos instante de lucha consigo liberarme y huyo sin volver la vista atrás.

Miércoles: Ya en Madrid me pierdo en la T4 que está literalmente desierta. Un empleado de la limpieza me dice como encontrar un mostrador de Iberia donde amablemente se me informa de que he perdido mi vuelo a Tenerife. Me dan otro para el medio día con llegada en el aeropuerto del sur lo que significa que llegaré unas cinco horas más tarde de lo previsto a mi destino. A todas estas, yo tengo que estar en el observatorio del Teide antes del anochecer para trabajar toda la noche. Mi organismo ha dejado de sufrir. Soy un elemento más del cosmos. Me dejo llevar por el devenir y me veo sentada en un nuevo avión. Oigo algo sobre un fallo técnico. Oigo algo sobre una maleta sin dueño. Finalmente llego a casa de mis padres más muerta que viva. Llamo por teléfono al observatorio y ocurre el milagro: una tormenta de nieve dejó encerrados a un grupo de estudiantes ingleses. No se puede subir porque no hay sitio en la residencia y además el tiempo está malo y las probabilidades de trabajar son pocas. Doy gracias al cielo (nunca mejor dicho). Son las 6 de la tarde. Me acuesto y me duermo de un tirón hasta el día siguiente.

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Tuesday, March 06, 2007

Fotos (II)

Ahora que ya sé que no puedo ser Helga (ver post anterior) voy a regodearme en mi macorinez y a poner un par de fotillos de este lugar que, alemanes mediante, va a seguir siendo mi hogar. Se acabaron las salchichas, vuelven los frijoles. La verdad es que venía con la idea de sumergirme en la autocompasión y contar la historia de Chucky, el muñeco diabólico, que en parte tiene la culpa de que me quiera mandar a mudar (*). Pero no sé cómo, he vuelto a recuperar la paz y de repente me ha parecido que me estoy obsesionando demasiado con el tema de Chucky. Así que voy a dejar la sordidez para otro día (**) y a deleitarlos con un par de fotos muy malas (evidentemente si son malas no es por mi incompetencia sino por culpa de la cámara). Una tontería de post, en definitiva.


Vale, los japoneses comparten los templos budistas y sintoístas. Pero pa’ sincréticos los mexicanos. Aquí tenemos en perfecta armonía a Jesucristo, Winnie the Pooh, San Pedro, Batman y… ¿quién es ese señor con bigote? (Sí, la foto está desenfocada).




El otro día leí que la foto de un supermercado gringo se había subastado por un chingo de lana (***) y no quise ser menos. Yo aporto folclorismo con las piñatas.


Y por último, el toque humano con dos paisanos jugando al dominó.

(*) Mandarse a mudar: Irse.

(**) Vaya forma de crear expectación. Los de telecinco deberían aprender de mí. Hablando de telecinco, ¿de verdad es importante para España que se filtrara por Internet que no sé qué personaje muere en no sé qué serie de televisión? Según los redactores de El País y El Mundo sí lo es.

(***) Chingo de lana: Una pasta gansa.

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Saturday, March 03, 2007

Desilusión o lo que el viento se llevó

Hoy es un día extraño. Ayer hacía el suficiente frío como para llevar sueter y chaqueta y hoy subió la temperatura tanto que ando por ahí en camiseta de asillas. Además está todo lleno de polvo, así como si hubiera niebla. La culpa la tienen los vientos de Santana que son aires calientes y secos que traen polvo de los desiertos del Mojave y de Sonora. Por lo visto son raros en esta época del año pero el caso es que aquí están y me han dejado con un estado de ánimo entre melancólico e inquieto. También me han dejado la casa perdida de tierra pero eso es más fácil de arreglar. Después de tanto tiempo sin escribir, me dio por escribir un resumen de lo acontecido estas últimas semanas.

Los últimos tiempos han estado dominados por la ansiedad. Resulta que como ya me cansé de estar aquí, por numerosas y variadas razones, pedí un curro en Berlín. Pese a no tener ni pajolera idea de alemán, me ilusioné un montón con la idea de irme a Berlín porque además mis mejores amigos viven en Alemania, los alemanes en general me caen bien y porque el trabajo me parecía muy interesante. Cuando mandé los papeles pensé que no tenía muchas posibilidades y seguí con mi vida alegremente. Más tarde me escribieron para decir que estaba en una lista corta y que querían hablar conmigo. La entrevista (telefónica) fue un desastre. Para que se hagan una idea, a la pregunta de por qué quería ir a Alemania yo contesté, literalmente, I love Germany. En fin, que después de haber condensado todas las estupideces del mes en la entrevista, pensé que me iban a olvidar definitivamente. Sin embargo, me escribieron otra vez para decir que iban a decidir entre dos candidatos, alguien más y yo, y que me avisarían a mediados de febrero. Aquí ya me empecé a agobiar de verdad y desde entonces ha sido un sinvivir contínuo porque yo, mucho rollito científico, pero soy tan supersticiosa como la que más y se me metió en la cabeza que para que me dieran el curro no podía decir nada a nadie. Por eso he tenido abandonada esta mi casa virtual (por eso y por mi habitual pereza e inconstancia). Es que estaba obsesionada con el tema pero a la vez tenía miedo de que no se cumpliera mi deseo si lo hacía público. El caso es que todo este tiempo he vivido más pendiente del horario alemán que del local, no he parado de darle al botoncito de reload del email y he ido por ahí haciendo rituales para intentar que los dioses me favorecieran (sacar pelis alemanas del videoclub, almorzar salchichas, guardar en un sitio especial las hojas de un calendario con fotos de Berlín que me regalaron…). Incluso reconozco que empecé a fantasear con abrir un blog titulado 'historias de l muro' y cambiar mi nick por 'Helga'. En fin, todo muy triste y muy penoso. ¡Ay, cuánta razón tienen los budistas de que la felicidad está en la ausencia de deseo! Aunque hace tiempo que me deberían haber dado una respuesta, cada mañana (tarde en Berlín) yo seguía abriendo el correo nerviosa e ilusionada. Pero hoy, por fin, he visto la luz: si no me han escrito es porque han elegido al otro. Tengo que asumirlo. La culpa es de los vientos de Santana.

PD: La nueva versión de blogger mola.

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