Tuesday, January 30, 2007

En memoria de Chico

Mi pajarito, Chico, murió. La semana antes de irme a la montaña hizo mucho frío. Tanto frío como no se recordaba, según dijeron las personas mayores. Como las casas no están preparadas, dentro se pasa igual de mal que fuera y se conoce que Chico se enfrió. Andaba bastante tristón y con las plumas esponjadas así que justo antes de irme a la montaña lo había llevado al veterinario. La amiga que lo cuida me dijo que murió al día siguiente de irme. Ese mismo día, para acompañar a Elis, llevó un agaporni nuevo. Yo me enteré ayer de todo. Al pájaro nuevo lo hemos bautizado Toquinho. Es más menudito que ella pero parece que se llevan bien. De cualquier modo, se me hizo raro no volver a ver a Chico. Nunca había tenido animales y no imaginaba el cariño que se le acaba cogiendo a los bichillos. Ahora me siento fatal porque le podía haber comprado un radiador o algo. Pensaba que con ponerlo al sol durante el día bastaba. Iwi, tu Carrie ahora tiene un compañero. Seguro que se caen bien.

En homenaje a Chico, pongo una canción de su tocayo Chico Buarque, sobre un poema de João Cabral de Mello Neto, que se llama funeral de um lavrador. La canción habla de un campesino que sólo al morir pudo ser dueño de algo de tierra: la de su propia fosa.

Funeral de um lavrador


Esta fosa en que estás, medida con palmos,
Es la cuenta menor que sacaste en vida.
Es de buen tamaño, ni ancha ni honda,
Es la parte que te toca de este latifundio.
No es una fosa grande, es una fosa medida,
Es la tierra que querías ver dividida.
Es una fosa grande para tan poco difunto
pero estarás más holgado de lo que estabas en el mundo.
Es una fosa grande para un difunto tan sobrio
Y sin embargo, más que en el mundo te sentirás holgado.
Es una fosa grande para tu poca carne
Pero a la tierra dada no se abre la boca.
Es la cuenta menor que sacaste en vida,
es la parte que te toca de este latifundio,
es la tierra que querías ver dividida,
estarás más holgado de lo que estabas en el mundo,
pero a la tierra dada no se abre la boca.

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Sunday, January 28, 2007

La supernova



(Pequeño cuento basado parcialmente en hechos reales)

En realidad Merlin se llamaba Moisés. El nombre de Moisés lo habían elegido las monjitas del orfanato a donde llevaron a Merlin cuando lo encontraron llorando dentro de una caja de plátanos Del Monte. Como además la caja había aparecido medio flotando en una barranquera, el paralelismo con la Biblia era obvio aunque ni el barranco era el río Nilo ni el que sería el hogar de Merlin era, ni mucho menos, el palacio del faraón. El segundo bautizo de Merlin tuvo lugar en el mar cuando, con doce años recién cumplidos, se embarcó en un pesquero y capturó su primer merlin, una especie de pez espada. Desde entonces vivió en el mar y en el mar descubrió las estrellas. Merlin pasaba las noches mirando al cielo y terminó conociéndolo y amándolo. Supo de constelaciones y Galaxias, distinguió las órbitas de los planetas y
aprendió a orientarse guiándose por las estrellas.

Quizás fueron las propias estrellas las que le echaron una mano pero el caso es que Merlin se encontró de frente con su verdadera vocación el día en que el María Luisa, el barco camaronero donde entonces andaba, perdió uno de sus motores auxiliares y hubo que arrastrarlo a puerto. Quiso el azar, o el destino, que en una cantina del centro Merlin diera con un grupo de astrónomos que habían venido de la capital para construir un observatorio en la sierra. Es probable que la conversación que allí tuvo lugar no merezca entrar en los anales de la historia, lo que sí está claro es que cambió la vida de Merlin. – ¿Y va a servir para observar las estrellas? Pues yo podría trabajar allí porque las conozco muy bien. Así fue como Merlin cambió de profesión. Primero comenzó a trabajar como peón para todo y más tarde como asistente de cúpula. Eran los tiempos en que todo se hacía manualmente y los asistentes pasaban la noche a la intemperie y a oscuras sin más compañía que una cobija y una radio a pilas. Era un trabajo duro. Había hasta quien decía que era más duro que la pesca y muchos no habían aguantado su primer invierno.

Se cuenta que una noche de diciembre Merlin bajó sobresaltado a la sala de control donde trabajaban los astrónomos.
– Hay una estrella que no estaba ayer ahí.
– Por favor don Merlin, vaya a su puesto, no podemos distraernos ahora.
– Quizás podrían mirarla con el telescopio. Es nueva. Ayer no estaba ahí. Estoy seguro.
– No tenemos tiempo para eso ahora. Vuelva a la cúpula por favor.

Un equipo japonés reporta el descubrimiento de una supernova en M31 a Día Juliano JD 2453975.482 (20.857 UT). Detectada con magnitud 6.4 en la posición RA 00:38:16.15 DEC +40:11:45.3 J2000.0

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Friday, January 26, 2007

Es bonito...


... pero en realidad es mucho más bonito.

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Wednesday, January 24, 2007

Acuario o el Dulce Don de la Belleza



Ganímedes era un joven príncipe de Troya, hijo del rey Trós y de la reina Calíorre. Cuenta la leyenda que era el más bello de los mortales. Tan bello que los propios dioses lo admiraban. Se decía en el Olimpo que el muchacho era tan increíblemente guapo que más parecía un dios. Hasta el propio Zeus sintió curiosidad y un día bajó a Troya para mezclarse con los mortales y ver con sus propios ojos si era cierto lo que se contaba. El dios quedó inmediatamente prendado del atractivo joven y volvió al Olimpo ansioso por contarle a su mujer, Hera, que había visto a un muchacho más bello que el propio Apolo. "¡Más bello que Apolo es imposible!" Exclamó Hera que mal podía disimular los celos que sentía. Apolo era tan guapo que se contaba que sólo la hermosa Casandra lo había rechazado. De la historia de Apolo y Casandra aún se hablaba en el Olimpo. El dios lo había intentado todo para conquistar, sin éxito, a Casandra. Finalmente, sabiendo la debilidad que su amada sentía por la adivinación, le prometió el don de la profecía si accedía a entregarse a él. Ella aceptó pero una vez una vez hubo dominado las artes de la adivinación se negó a cumplir su parte del trato. Apolo se puso furioso y la maldijo retirándole el don de la persuasión: aunque las profecías de Casandra fueran ciertas, nadie, jamás, la creería.

El caso es que Zeus no podía olvidar a Ganímedes y decidió raptarlo. Adoptando la forma de una gigantesca águila descendió sobre Troya y agarrando al joven con sus garras lo llevó al Olimpo. Allí se decidió que el muchacho fuera el copero de los dioses. A partir de ese momento sería Ganímedes el encargado de transportar los jarros de néctar que los dioses bebían y de servir el líquido divino en copas de oro. Todos los dioses del Olimpo estaban encantados con el joven. Todos menos Hera, que además se sentía humillada porque hasta la llegada de Ganímedes había sido su hija Hebe la encargada de servir a los dioses. Hay quien dice que su odio por el muchacho fue lo que motivó que más tarde abandonase a los troyanos cambiando las alianzas en la guerra de Troya.



Aunque Ganímedes estaba muy contento sabiéndose favorito de los dioses sentía inquietud por su padre al que imaginaba preocupado por su desaparición. Zeus envió entonces a Hermes, el dios mensajero, a visitar al viejo rey Trós para contarle que su hijo se había vuelto inmortal y vivía feliz en el Olimpo. Además llevó como regalos de parte de Zeus una cepa de oro forjada por el propio Hefesto, dios del fuego y de la metalurgia, y un par de caballos alados capaces de volar sobre la tierra y el mar. Los presentes eran sin duda valiosísimos y Trós los aceptó aunque declaró que no estaría totalmente satisfecho hasta que no pudiera ver a su hijo. Así fue como Zeus trasladó a Ganímedes a los cielos para que su padre pudiera verlo todas las noches. Todavía hoy, en las noches limpias de verano, el joven copero parece escanciar desde el cielo la bebida de los dioses.

Acuario es la constelación central de una región del cielo conocida como acuática o marina: Al este está Eridano, la constelación del gran río, y Piscis. Al oeste se encuentra Capricornio, la cabra marina. Se cree que estas constelaciones fueron identificadas ya en la prehistoria en los tiempos en que el invierno coincidía con el pasaje del sol por ellas. Así, estas regiones del cielo se habrían asociado entonces con las lluvias propias de esa época del año.

Ganímedes es también el mayor satélite de Júpiter.

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Tuesday, January 23, 2007

Una de mitología

Aquí va un poco de mitología motivada por la fijación con el horóscopo que últimamente he notado en Malayerburgo y regiones aledañas. Particularmente inspiradoras fueron las discusiones sobre el carácter de los nacidos bajo el signo de Virgo, como una servidora.



Hace mucho, mucho tiempo, vivían Deméter y su hija Perséfone felices en el campo haciendo que los árboles creciesen y diesen frutos y manteniendo los prados verdes y hermosos. Las hojas nunca se caían y las flores nunca se marchitaban. Además los frutos siempre estaban maduros y listos para ser recogidos por los pastores. Deméter sentía especial fijación por el trigo y hacía que creciera en abundancia. Por eso fue llamada Ceres, la diosa de los cereales, por los romanos. Deméter era una diosa muy importante. Hija de los Titanes, que habían nacido de la unión del Cielo y de la Tierra, era hermana de Zeus, de Hera y de Hades. Además era una de las fundadoras del Olimpo. La cosa es que ambas eran muy felices cuidando de la naturaleza. Claro, que la felicidad no es para siempre y pronto la tranquilidad de madre e hija se iba a ver perturbada.

Hades estaba loquito por Perséfone y llevaba mucho tiempo tratando de seducirla. Deméter lo sabía así que no dejaba a su hija ir a visitarlo porque además éste vivía en el mundo subterráneo donde nunca salía el sol y nada tenía vida. Un día que Perséfone estaba sola en un prado se encontró casualmente con Hades que paseaba en un carro guiado por dos bellos corceles. Éste la invitó a pasear con él y Perséfone, ante una visión tan majestuosa, no pudo negarse. Ahí aprovechó Hades para llevarla a su mundo subterráneo.

Pasaron los días y Deméter empezó a preocuparse por la suerte de su hija. Presa del abatimiento dejó de atender a las plantas y las flores dejaron de brotar y los campos se secaron. Entretanto, en el submundo las cosas no estaban mucho mejor. Perséfone, que pese a todo no odiaba a Hades, no conseguía adaptarse a aquel mundo de oscuridad. Su ánimo iba decayendo y dejó de comer. A su vez Hades, que la amaba de manera sincera, sufría intensamente al saberla infeliz. Tanto es así que prefería volver a estar solo pero verla alegre en su mundo de la superficie que tenerla con él sufriendo. El día que le dijo a Perséfone que la dejaría marchar ésta se puso tan contenta que sintió un hambre feroz y pidió, por fin, algo para comer. Lo que no sabía es que entre los dioses existía un antiguo pacto por el que quien ingiriese alimento en el mundo subterráneo, no podría jamás salir de él. El pobre Hades era un mar de dudas porque no quería romper el pacto pero tampoco quería retener por más tiempo a su amada contra su voluntad. A todas estas, la tierra se había vuelto un secarral porque Deméter se negaba a seguir cuidando de la naturaleza hasta que no tuviera a su hija de vuelta.

Tuvo que intervenir Zeus que lo había visto todo desde el principio. Después de un tiempo de meditación decidió que Perséfone pasara la mitad de su tiempo con Hades y la otra mitad con su madre. Al volver con Deméter, madre e hija revivieron los días felices en que hacían reverdecer los campos. Los árboles volvieron a dar frutos y el trigo volvió a brotar dando a la tierra un bonito color dorado. Pasados seis meses, Hades volvió en su carro y llevó a Perséfone de vuelta al submundo para pasar los siguientes seis meses. Deméter, de nuevo, se negó a cuidar de las plantas hasta el regreso de su hija y los campos volvieron a secarse. El ciclo de Perséfone, la diosa virgen, se repite desde entonces. Las temporadas en que ésta vive en el mundo subterráneo son conocidas por los hombres como invierno. Cuando Perséfone regresa con su madre, comienza la época a la que los humanos llaman primavera. Cuando llega el verano, Perséfone se va acercando más y más al mundo subterráneo donde pasará el otoño y el invierno.

La constelación de Virgo es muy tenue y en nuestras ciudades iluminadas es muy difícil distinguir el patrón que habían imaginado los antiguos griegos. Hay sin embargo una estrella que se destaca: la estrella Espiga. A medida que avanza el verano Espiga se va acercando más y más al horizonte. Cuando el verano termina, la estrella desaparece en el horizonte. Es Perséfone que baja al mundo subterráneo de Hades.

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Sunday, January 21, 2007

Montaña times



Aquí va una fotillo de mi lugar de trabajo. Abajo está el desierto de Sonora y más allá el mar. Es un sitio muy bonito de verdad que no se ve para nada reflejado en la imagen. Aparte de que yo no tengo ni idea de fotografía y de que mi cámara es de campo y playa, se me estaban congelando los dedos. Pero en fin, en este marco incomparable paso diez noches, con sus días, al mes. Aquí me dedico a la noble ciencia de la astronomía. Aparte de pagarme por investigar, soy lo que se llama astrónomo de soporte que consiste en poner a punto los instrumentos de observación y dar apoyo a otros astrónomos, que por venir a la montaña sólo ocasionalmente, no tienen mucha experiencia. Yo les explico como funcionan los aparatos y trato de solucionar los problemas que vayan surgiendo. Ejemplo: - ¡Esto no funciona! ¡No puedo ver estrellas! – ¿Has probado a abrir la tapa del telescopio? Si el problema es más grave un remedio que casi nunca falla es apagar y encender el aparato en cuestión, no sin antes soltar alguna parrafada técnica y fruncir el entrecejo para parecer profesional.

La verdad es que no tenía intención de hablar de mi curro pero, como el Barça, mi curro es más que un curro. No porque sea más o menos interesante que otros, sino porque exige un cambio radical de vida. Estamos a dos mil y pico metros de altura y a cinco horas de la civilización. Aquí vivimos un par de decenas de trabajadores en una residencia que viene a ser una especie de albergue de montaña pero sin coleguillas tocando la guitarra. ¿Recuerdan la plataforma petrolífera de ‘La vida secreta de las palabras’? Pues el ambiente es parecido. Es curioso como se acaban creando afinidades con personas que aparentemente no tienen nada que ver contigo sólo porque compartes tu tiempo con ellos en un ambiente hostil. Yo digo que es una especie de síndrome de Estocolmo. A veces es duro, sobre todo las noches de invierno, como la de hoy, en las que hace un pinche frío (hay -13 grados) y la jornada laboral se extiende hasta 14 horas (se trabaja de sol a sol, pero al revés) pero tiene sus momentos mágicos como cuando sales y ves un cielo increíblemente limpio y estrellado o como cuando te vas dormir al amanecer y ves salir el sol en el desierto. Aunque me gusta estar aquí, y en cierto modo me he habituado a la soledad, no me considero una persona dada al misticismo ni especialmente reflexiva. Me refiero a que no me hago preguntas trascendentales porque sé de entrada que no tienen respuesta. En cualquier caso, si existieran respuestas, el karmapa lama, el contable, el concejal de urbanismo y el astrónomo estaríamos igual de lejos de ellas. Bueno no, el concejal de urbanismo estaría un poquito más cerca. De hecho, a veces tengo crisis porque pienso que mi trabajo es totalmente inútil. En una de estas, me dio por matricularme en trabajo social por la UNED pero no duré ni un semestre. Imagino que ese no es el camino. Que lo que haces no tenga trascendencia ninguna para la humanidad puede ser tranquilizador (no se puede hacer daño a nadie) pero también un poco angustiante. En cualquier caso, hay que trabajar para vivir por culpa de Eva y de la serpiente aquella, ¿no?

Para terminar una canción de Triana que mola mucho. Yo quise subir al cielo para ver y bajar hasta el infierno para comprender...


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Saturday, January 13, 2007

Los Globos



Vengo de los globos. Los globos son tiendas de segunda mano donde se puede encontrar de todo. Desde ropa a electrodomésticos pasando por repuestos de coche y cacharros de cocina. El lema de sus propietarios es bien sencillo a la par que práctico: nada es basura hasta que se demuestre lo contrario. Cada día cruzan la frontera cientos de camionetas, tuneadas con plataformas, cargadas hasta los topes de arretrancos para surtir a los globos. Visitándolos es posible hacerse una idea de lo consumistas que pueden llegar a ser los gringos, aunque que tire la primera piedra… Hay muebles tan nuevos que una se pregunta cómo pudo alguien tirarlos a la basura (todito mi mobiliario, a excepción del colchón, viene de los globos). Claro, que hay cosas que es inexplicable que no estén en la basura. Esta mañana, además de sacar un montón de fotos, compré una bola del mundo muy bonita. Mi actual y recién estrenada actividad fotográfica me está costando el apelativo de la gringuita de la cámara. Hasta hace poco era la güerita (rubita) de la bicicleta. No soy ni gringa ni muy rubia pero eso es lo de menos, parece ser.

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Wednesday, January 10, 2007

Fotos

Tengo cámara nueva. No es regalo de reyes pero para los efectos es lo mismo. Estoy tan emocionada como cuando me regalaron mi primera bicicleta. Realmente mi primera bicicleta tampoco fue regalo de reyes sino que la heredé de mi hermana después de que mi hermano le hiciera algunos arreglos, consistentes básicamente en pintarla de gris a brocha (originariamente fue roja) y cambiarle los frenos. Se llamaba Epifania y la usé hasta que crecí lo bastante para parecer el típico oso montando en triciclo de los circos. El caso es que estoy con la cámara como niña con zapatos nuevos y quería compartir con ustedes mis primeras fotos.

La primera es de una escuela muy bonita por la que suelo pasar cuando ando en bicicleta. Después de sacar esta foto salió un señor con bigote que me miró de manera muy fea. En estos tiempos de locura, quizás no sea buena idea pararse con una cámara en la puerta de un colegio, me temo.



Este es uno de los muchos puestos de máscaras de lucha libre que hay en la ciudad. La lucha es un fenómeno social en México y los luchadores son tratados como auténticos héroes. Los más famosos son El Santo (quinta máscara por la izquierda de la segunda fila empezando por abajo) y Blue Demon (tercera por la izquierda de la tercera fila desde abajo). Así mientras los niños españoles suspiran por una gorra de Fernando Alonso, los mexicanos sueñan con la máscara de El Santo. Este último tuvo su propia historieta en la década de los cincuenta y grabó más de cincuenta películas donde actuaba como superhéroe luchando contra momias, vampiros, científicos locos y cosas así.



Esta foto reúne los dos comercios más populares de Ensenada. La farmacia, donde además de medicinas se pueden comprar cigarros, todo tipo de porquerías comestibles y pagar facturas y el típico puesto de mariscos callejero. Yo estoy abonada a estos últimos. Molan especialmente los cócteles de almejas que consisten en un vasito de plástico con almejas troceadas con su propio jugo, limón, salsa de tomate, aguacate, cilantro, salsa picante y un par de ingredientes más que ahora no recuerdo. Aún no me he puesto mala.



Por último esta foto es del cuadro de contadores de un edificio y va dedicada a omanero.

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