Thursday, February 01, 2007

Libra o El Fin de la Edad de Oro

Aún a riesgo de que mi blog se acabe pareciendo a La Gramola no me he podido negar a la petición de Karraxi. (Bueno, la verdad es que estoy encantada. Lo que más me mola de los blogs es la interacción con la gente. Si no fuera así escribiría en un cuaderno Guerrero de esos de argollas de toda la vida)

Antes que nada, una aclaración sobre los términos astrología y astronomía. Copio y pego de una página del Escéptico Digital que no me apetece dar mucho la brasa con esto ahora:

Astrología es el estudio de la posición y movimiento de los astros, a través de cuya interpretación SE PRETENDE conocer y predecir el destino de los hombres y pronosticar los sucesos terrestres.
Por el contrario,
Astronomía (con el sufijo griego ``nomos'' que significa ``leyes'') es la CIENCIA que trata de cuanto se refiere a los astros, principalmente de las leyes que rigen sus movimientos.

O sea, Rappel, el de las gafas al revés, es astrólogo y Kepler, el de las leyes de idem, es astrónomo.



Al principio estaba el vacío, o la nada, que era una fuerza llamada Caos. De la nada apareció la Tierra, Gea, que era la diosa primordial. Gea se aburría y un día decidió crear un marido que la envolviese cariñosamente. Así creó al cielo estrellado, Urano. Más tarde el cielo y la tierra decidieron tener hijos. Primero nacieron los seis titanes y las seis titánides que eran dioses porque eran hijos de las fuerzas primordiales. Más tarde aparecieron los cíclopes, gigantes con un solo ojo en medio de la frente, llamados Rayo, Trueno y Relámpago, que eran los dioses de las tempestades. Al mismo tiempo los titanes y las titánides se unieron y tuvieron hijos. Así del titán Cronos y la titánide Rea nació Zeus, el que más tarde sería el dios supremo del Olimpo. Sobre la tierra aparecieron más dioses así como otros seres vivos: los hombres, los animales y las plantas. Gea estaba feliz porque le encantaba ser creadora de vida. La vida iba apareciendo de las maneras más diversas y cada nuevo ser era más maravilloso que el anterior. Así las abejas se pusieron contentísimas cuando aparecieron las flores y los caballos quedaron muy intrigados cuando llegaron las cebras.

El único que no estaba feliz era Urano, celoso porque ya no era el compañero único de Gea ya que ésta había pasado a compartir su afecto con todos los seres vivos. Entonces Urano descargó su furia con sus propios hijos. Primero les prohibió que se paseasen por la tierra y más tarde los encerró en grutas subterráneas para que no pudieran ver la luz. A Gea no le gustó nada la actitud de Urano y habló con sus hijos para que destronasen a su padre, tan ruin que no se merecía reinar en el universo. Todos se negaron, excepto Cronos que era el hermano más joven y también el más valiente. Una noche en que Urano estaba unido a Gea, Cronos lo atacó con una hoz hiriéndolo y quitándole toda la fuerza sobrenatural. La sangre de Urano se derramó sobre la tierra y la fecundó. Así nacieron los gigantes las ninfas y otras divinidades y comenzó la edad de oro.

Por todas partes aparecieron bosques, prados y animales que vivían en armonía los unos con los otros. Los ciervos convivían con los leones y los corderos no temían a los tigres. A su vez los hombres no tenían que trabajar porque la tierra proveía de todo lo que necesitaban. No eran necesarias las armas porque no había disputas entre los hombres. Además no conocían la vejez: cuando llegaba el momento de morir hombres y mujeres simplemente se adormecían. Dice, la diosa de la justicia e hija del propio Cronos, tenía la balanza siempre equilibrada pesando el bien y el mal y asegurando que el bien siempre tuviera más fuerza. Pero un día la edad de oro acabó. Hubo quien dijo que la culpa la tuvo un pecado humano pero en realidad fue culpa de los dioses que nunca supieron vivir en paz.

Lo que ocurrió fue que Cronos empezó a sentir celos de sus propios hermanos. Comenzó tirando a los cíclopes para el fondo del Tártaro, encarceló a los titanes y finalmente se volvió contra sus propios hijos y los devoró. Los hombres vieron entonces que la tierra no era un lugar seguro y descubrieron el bronce y el hierro para construir espadas. Poco se tardó en que entrasen en guerra entre ellos. Gea, del disgusto, ya no era tan fértil por lo que los hombres tuvieron que empezar a cazar para sobrevivir. Apareció el hambre y las enfermedades: fue el fin de la edad de oro. La propia diosa de la justicia, Dice, tuvo que abandonar la tierra y refugiarse en el cielo. Aún hoy se la puede ver en las noches claras con la balanza, de platillos ahora inútiles, esperando la llegada de una nueva edad de oro para poder llevar de nuevo la justicia y la paz a la Tierra.

4 comments:

sagui said...

Hay que ver, ¡los celos, siempre los celos!
Macorina, cómo mola que escribas a menudo!Un gustazo leerte, siempre.

Anonymous said...

ay, yo también soy libra. Es una historia un poco triste... pero me ha encantado.

Anonymous said...

gracias guapa !
otro gustazo

Anonymous said...

¡Que bonita!. Ni los dioses se libran de los malos sentimientos