Saturday, May 12, 2007

Las tres marías


(Los nombres de las protagonistas de esta historia han sido cambiados para respetar su intimidad)

María Emilia, María Laura y María Eugenia son tres perras. María Emilia, fue a una escuela de señoritas donde la enseñaron a sentarse y a dar la pata. María Laura, la Paris Hilton canina, está acostumbrada a que se haga su santa voluntad. María Eugenia, que es de barrio y tiene un pasado, está más que resabiada porque se educó en la universidad de la vida. Los días de las tres marías discurrían plácidamente, ajenos a mí, en una casita suburbana cerca del mar y de la caseta de peaje de la carretera de Tijuana. La dramática historia que voy a contar empieza en el infausto instante en que mi destino se cruzó con el de las tres marías. Todo empezó a gestarse hace unos meses, cuando en un momento de debilidad servidora se ofreció a cuidar de María Emilia, María Laura y María Eugenia en ausencia de su dueña. Ya dice el proverbio chino que igual que la flecha lanzada, la palabra dicha no regresa. Y efectivamente, mi palabra no regresó y me vi en la obligación moral de cuidar de las tres marías.


Mi primer error fue aceptar irme a vivir con los animales, que además de perras son princesas, a su casita frente al mar. Teniendo en cuenta que por mi trabajo paso diez días al mes fuera, allá donde Cristo dio las tres voces, y que últimamente he tenido que viajar mucho, también por trabajo, lo que más me apetecía era estar tranquilita en mi casa, de modo que el cambio de domicilio se me está haciendo más duro que una condena. Este es uno de los motivos por el que me referiré al hogar de las tres marías como Alcatraz. Mi segundo error fue comprometerme a cumplir con un montón de normas sobre el cuidado de las perras que se me entregaron en cinco folios mecanografiados a doble cara. Resulta que Alcatraz tiene un patio separado del salón por una puerta corredera de esas de cristal y las perras pueden entrar y salir. No habría problema si no fuera porque resulta que hay una gata (a la que también tengo que cuidar) que no puede salir de la casa, según la primera norma recogida en el tal documento, de modo que las puertas y las ventanas de Alcatraz siempre tienen que estar cerradas. La combinación de factores hace necesaria la interacción humana para que las perras entren y salgan a voluntad, que es precisamente lo que están acostumbradas a hacer. Así, la vida de María Emilia, María Laura y María Eugenia trascurre de la siguiente manera: si están fuera quieren entrar. Golpes a la puerta con la pata y con la cabeza (pueden estar horas – comprobado empíricamente). Entran. Cuando están dentro quieren salir. Golpes al suelo con la cola y con las patas. Salen. Así, ad infinitum. Lo peor de todo es que el ciclo se repite preferentemente por las noches. Si están dentro y no me despierta el ruido que hacen se suben a la cama. Por si esto fuera poco, María Laura ha conseguido refinar la tortura psicológica a la que estoy sometida. Es capaz de tirarse, cual saco de papas volador, sobre mí mientras duermo, a altas hora de la madrugada, con la única finalidad de que le rasque la tripa… eso al menos supongo cuando la veo botada en el suelo de espaldas con las cuatro patas para arriba. No hace falta decir que, en la semana que llevo en Alcatraz, no he dormido en condiciones ni una sola noche. Además cuando amanece (y aquí amanece muy temprano porque van con el horario solar) las tres marías se disparatan de tal manera que ya es imposible volver a conciliar el sueño. Claro, que ellas tontas no son, y a media mañana se echan su buena siesta al solito junto a la ventana.

Anexos:

- Todavía me quedan dos semanas más en Alcatraz.

- La dueña de los canes no me ha llamado ni un día. ¿Los habrá abandonado para siempre?

- Además de las tres perras y la gata hay un número indefinido de gatos que viven fuera de la casa, pero a los que hay que alimentar, y dos peceras.

Si alguien quiere comentar, no hace falta que diga que soy gilipollas por aguantar esta situación. Eso ya lo sé yo.

9 comments:

Anonymous said...

Dios mío...¿Has pensado en meterles un valium en un quesito o algo parecido y asegurarte una noche de sueño reparador?

Anonymous said...

apoyo la moción del valium.
No, mira, en serio, hace muy poco estuve en el veterinario a cuenta de un perro muy salado pero excesivamente nervioso cuyo nombre también obviaremos por respetar su intimidad. El veterinario le recetó valeriana en gotas (se vende en herboristerías), unas quince. Tengo que decir que el perro no ha mejorado mucho, a pesar de haberle incrementado la dosis por cuenta y riesgo de la dueña, que también está desesperada, pero un poco sí. Así que podrías probar a darle eso con la cena (mézclaselo bien, o con algo dulce, porque por lo visto esas gotas son bastante amargas), y si no funciona, opta por el valim. Ahora quizá lo veas una medida muy desesperada, pero ya verás cuando lleves unos días más... Y no pienses que es maltrato a los animales ni nada de eso, maltrato es lo que te hacen a ti, psicológico, y tú las tratas como a reinas, así que no tengas cargo de conciencia, y actúa, que si no a este paso te vas a desquiciar y no queremos verte en los periódicos por asesinato múltiple canino.

Anonymous said...

Valium, valium, que no pasa nada, aquí la noche de San Juan, que se celebra quemando mogollón de pólvora y haciendo muuuucho ruido, muchos veterinarios recomiendan darle al perro pastillita para que no lo pase tan mal.Palabrita del niño Jesú.Y si no, te lo tomas tú y te dará igual la que líen las simpáticas perritas.

Anonymous said...

Ayyyy, me imagino la versión canina de las tres Marías, tan chillonas, tan saltarinas, tan ladrando todas juntas...como las de la foto. Si las analogías son tan reales como las imagino, deberías llevarlas a un partido de polo, por ahí tenés suerte y se van con algún perro polista. Ni se te ocurra recurrir a un disco de Julio Iglesias, aullarán en coro y harán coreos espantosas*.
Otro voto para el valium.
Saludos.
PD:*Enmarcado dentro de la ordenanza general: no pondrás discos de Julio Iglesias(hablando de maltrato psicológico...meol-videeeeé de viviiiiiiirrrrrr, meol-vidé de viviiiiirrrrrr).

Anonymous said...

¡Ay! Qué estrés, Maco. Para que luego digan que estar con animales desestresa. Jamía, tú te has metido en el arca de Noé versión esquizofrenia animal.

Cuarto voto de apoyo a la moción del valium. Quedan dos semanas aún.

Anonymous said...

Regalo perra. (inmune al valium).

Interesados contactar con S.L.

Venga, amig@s de los animales, quiero solicitudes de adopción a punta pala.

macorina said...

Gracias por las muestras de solidaridad. Ayuda mucho saber que alguien te apoya en estos difíciles momentos. Por ahora voy a dejar lo del valium como plan B... confieso que me da cierto reparo eso de andar medicando perros. Pero hay una buena noticia. Estoy poniendo en práctica una terapia experimental: la televisión. Las enchufo delante de la tele después de la cena, a eso de las 8-8:30. Así están tranquilas pero no se duermen... ergo sus horarios de sueño se acoplan mejor a los mios. La terapia no es milagrosa pero he notado importantes mejoras (anoche sólo me tuve que levantar una vez a las 3 de la mañana). Les gusta especialmente la TVE internacional. Anoche andaban encantadas viendo una película en gallego (con una escena de un gaitero en la playa, movían el rabo). Tengo que ver que tal aceptan las novelas de Televisa... claro, que eso sí seía maltrato animal y no lo del valium.

Anonymous said...

y aún dos semanas maaaaas!!?
a las tres de la mañana para que méen las cabronas!?
anda ya! yo el primer fin de semana ya me habría largao de allá. tu estas hecha de alguna pasta especial para ofrecerte a semejante experimento
:)



mi voto: a cada caja de valium

Anonymous said...

No eres gilipollas, eres muy buenina, la gilipollas es la dueña que les consiente tanto.
Apoyo la mocion del Valium.